19 noviembre de 2002
Francisco Tárrega, Conservatorio de Música y Amigos de la Guitarra de Valencia
Conferencia dictada con motivo de la apertura del Curso 2002-03 en el Conservatorio Superior de Valencia por Rosa Gil del Bosque
Buenas tardes, señoras y señores. Gracias por su asistencia.
Debo empezar diciendo, que es un verdadero placer y un gran orgullo para mí, haber aceptado la invitación del Ilmo. Sr. Director del Conservatorio Profesional de Música de Valencia, D. Ricardo Callejo para compartir, con todos ustedes, Ilmo. Sr. Director General de Régimen Económico de la Generalitat Valenciana, D. Alejandro Bañares, Sr. Secretario del Centro, D. Juan Ramón Beltrán, distinguido Claustro de profesores y alumnos, grandes personalidades del mundo de la cultura y la música valenciana, señoras y señores, que nos acompañan en la celebración del Acto de apertura del curso 2002-2003.
Este año 2002, ha sido y es un año de grandes y diversas conmemoraciones artísticas en Valencia, un año de celebraciones y muchos actos conmemorativos que ha supuesto una actividad frenética y constante de gran dedicación y esfuerzo, que poco a poco, se ve recompensado porque al final esos sueños, Sr. Director, se verán, plasmados en realidades, estoy segura de ello.
El Conservatorio, este emblemático centro de enseñanza musical valenciano, en el que se han formado desde su creación, un gran número de excelentes músicos, en todas las manifestaciones musicales, maestros, compositores, intérpretes, directores, musicólogos etc. y que ha contado siempre con la presencia de maestros y profesores de gran prestigio musical, docente y humano, que han sabido trasmitir a las siguientes generaciones su saber, celebra este año la conmemoración del 120 aniversario de su fundación al mismo tiempo que inaugura tras mucho esfuerzo y dedicación su nuevo centro, ubicado en la calle Murillo de Valencia, (por todos estos grandes éxitos, quiero expresar mi más sincera felicitación al Sr. Director y por supuesto a su Junta Directiva).
También, todos los guitarristas en el mundo entero, estamos conmemorando con muchos eventos el 150 Aniversario del nacimiento del gran maestro Francisco Tárrega, verdadero renovador e impulsor de la guitarra a finales del siglo XIX y comienzos del XX, época en que la guitarra se hallaba en un momento de semiolvido en los ambientes musicales, él fue, quien de nuevo introdujo la música de guitarra en las salas y salones de conciertos, además, de ser el creador de una nueva escuela razonada para la guitarra clásica.
Y entre el mundo de los guitarristas, particularmente la Sociedad Amigos de la guitarra de Valencia, se ha unido a este homenaje en todos los conciertos organizados durante este año, ha celebrado el Primer Concurso Nacional de Guitarra de Valencia, dedicado a la memoria del maestro Tárrega.
Y en breve, celebraremos el cincuentenario de nuestra primera actividad artística el próximo mes de diciembre con la participación en un Curso para alumnos de guitarra y un Extraordinario concierto del gran guitarrista escocés, David Russell, todo ello, en este maravilloso Salón de Actos.
Es cierto que yo, tengo la suerte, de participar en todas estas conmemoraciones por mi vinculación con todas ellas y es de esta unión de iniciativas musicales y artísticas, de las que haré mención y referencia en mi discurso.
Guitarra, Tárrega y Conservatorio, son conceptos que en mi modesta persona significan mucho, Vida y Casa. Toda una vida dedicada a la guitarra y llevándola a cabo entre estas paredes artísticas. A veces, creo que he pasado más horas aquí, que en mi propia casa, pero realmente el Conservatorio ha sido por muchos motivos, un verdadero hogar para mí: la música, la guitarra y todos mis compañeros de claustro, alumnos y músicos que he conocido a lo largo de mis 38 años de docencia incluidos en ellos, 19 años de cargos directivos en este centro, han llenado por completo mi vida docente, artística, personal y humana.
¿Cómo se entremezclan y unen estos conceptos?
En primer lugar: mi temprana vocación por la guitarra me llevó a la Sociedad Coral El Micalet (Instituto Musical Salvador Giner) donde tuve la gran fortuna de tener como profesora a Dª. Pepita Roca, la más joven de los discípulos del maestro de Villa-Real, Francisco Tárrega y seguidora fiel de sus enseñanzas. Pepita Roca, era una gran guitarrista, formada en la depurada técnica del maestro, fue una auténtica virtuosa de nuestro bello instrumento, y su arte quedó patente, en todos sus recitales, así como, en su importante tarea docente, de transmitir a su vez todo el saber que había recibido. En el curso 1955-56, fue requerida por D. Manuel Palau, director del Conservatorio de Valencia, a ocupar la plaza de profesora de guitarra en el propio Conservatorio, labor que tuvo que abandonar en breve, al serle diagnosticada una grave enfermedad que la llevó a Barcelona, para una intervención quirúrgica, de la que desgraciadamente, ya no pudo recuperarse.
Ante esta triste pérdida de Pepita Roca, como profesora del Conservatorio de Valencia, D. Manuel Palau como director del mismo, solicitó de mi modesta colaboración en la cátedra de guitarra, que acepté gustosamente pero con mucho respeto por tener que ocupar el lugar de mi querida profesora desde el curso de 1956-57 hasta mi jubilación en el año 1995. Desde ese momento en que acepté, la responsabilidad de esta enseñanza, la docencia y la guitarra se convirtieron en el eje principal de mi vida. Entrañables recuerdos guardo de todos aquellos alumnos que en estos 38 años concurrieron a las clases de guitarra y que hoy día, muchos de ellos son destacados guitarristas, compositores, catedráticos y profesores de los Conservatorios de Valencia, España y de otros países extranjeros.
Por tanto, es un honor y un placer para mí, sumarme al homenaje de Francisco Tárrega, dedicándole unas palabras por su gran importancia dentro del mundo de la guitarra, y destacando algunas pinceladas de su recorrido y perfil biográfico.
Sabemos, que sus padres Antonia y Francisco, residían en una modesta casa contigua al Convento de San Pascual Bailón de Villarreal, donde su madre prestaba ayudas y servicios a las monjitas clarisas a fin de colaborar con el mantenimiento del hogar, que solo contaba con el modesto ingreso de su esposo Francisco, y en esta humilde casa, nacerá su primer hijo Francisco, el 21 de Noviembre de 1852, hecho que queda reflejado en una placa conmemorativa en la fachada de la casa.
Poco después de 1858 la familia, en busca de mejor posición económica se traslada de Villarreal a Castellón. Su padre, como valenciano y buen aficionado a las artes y sobre todo a la música, le inició tempranamente en el conocimiento del solfeo y en la música de violín y piano, a pesar de las penurias económicas en las que vivía esta familia.
Pero además de estos estudios, el pequeño Tárrega entró en contacto con Manuel González, un ciego famoso en la comarca por su sorprendente habilidad en la guitarra, más conocido por «el Cego de la Marina«, por su ceguera, y por el barrio marinero en que nació, quien le enseñó a Tárrega, el secreto de servirse de una guitarra, para arrancarle los mágicos y maravillosos sonidos, que eran causa de su embeleso.
Sin haber cumplido la edad de 10 años, sus compañeros infantiles de juegos, le pedían que tocase para ellos y él, les ofrecía piececitas bailables de fácil comprensión y otras más arduas aprendidas de oído, con el Cego de la Marina; y también otras que improvisaba dejándose llevar ya, por su propia inspiración y creatividad musical.
Pero sus deseos de escuchar más y mejor música, iban creciendo con el paso del tiempo, y fue por entonces cuando el más famoso de los guitarristas españoles de su tiempo, Julián Arcas, dio un concierto en Castellón y el pequeño Tárrega quedó tan impresionado y maravillado por el recital, que jamás lo olvidaría, pues era la primera vez que oía tocar la guitarra con tal maestría y destreza. Aprovechando esta ocasión circunstancialmente, su padre solicitó de Arcas que escuchará al pequeño artista, a lo que el maestro accedió: Fue tan grato escuchar al joven Tárrega, que el Sr. Arcas se ofreció para orientarle en sus estudios y sugirió que lo enviasen a Barcelona, en donde él, tenía su residencia.
De todas formas y a pesar de la vocación que mostraba por la guitarra el joven Tárrega y aconsejado por su padre, adoptó como instrumento indispensable de enseñanza, el piano, con el que podría cubrir en un futuro, las necesidades de un artista, ya que la guitarra entonces era tenida por un instrumento de recursos muy limitados y demasiado popular.
En 1865, a la edad de 13 años, Tárrega, abandonó el hogar paterno para dirigirse a pie a Valencia. La guitarra era su compañera de viaje y el único medio de subsistencia, pues iba tocando en mesones y fondas ganándose así, lo que le permitía obtener el alojamiento y alguna propina más, hasta llegar a la capital valenciana.
Por cierto, que aquí, en Valencia, tuvo como protector durante un corto periodo de tiempo, al Conde de Parcent, que gracias al cual, pudo continuar con sus estudios de piano, si bien antes de acostarse volvía a coger su guitarra, introducía un pañuelo bajo las cuerdas para amortiguar el sonido e insistía en su estudio hasta que la fatiga le rendía.
Por tanto, la doble significación de pianista y guitarrista, que se daba en la persona de Tárrega, hizo que su fama y popularidad se extendiesen rápidamente por todo su entorno. Se creó a su alrededor un círculo incondicional de amigos, discípulos, empresarios y admiradores, como lo fue D. Antonio Cánesa, rico comerciante de Burriana, quien prendado por las dotes y condiciones excepcionales del joven artista, le ofreció su protección y le facilitó los medios para trasladarse a Madrid y comenzar sus estudios de solfeo, armonía y piano en el Real Conservatorio, cuando contaba con 22 años, así como también, el viaje a Sevilla para la adquisición de una guitarra Antonio Torres, famoso constructor de la época y cuya guitarra Tárrega, tocaría hasta el año 1889.
Inscrito en las clases de Solfeo, Armonía y Piano del Real Conservatorio, Tárrega repartía su tiempo estudiando un poco este instrumento, es decir, el piano, algo más la armonía y mucho más, la guitarra.
Daba de vez en cuando conciertos de guitarra, con los que mejoraba su precaria situación económica. Uno de estos conciertos cambiaría radicalmente su vida, fue en el Teatro Alhambra de Madrid. Al finalizar dicho recital, se le acercó el gran Arrieta (Director entonces del Real Conservatorio de Madrid), quien le abrazó, le felicitó, y le dijo estas palabras: «La guitarra necesita de ti, y tu naciste para ella«. Aquella noche, quedó consagrado Tárrega como concertista y músico eminente.
Para Tárrega, el piano le había sido, de alguna manera impuesto para su formación musical, pero la guitarra le ofrecía un medio expresivo, más apropiado a su sensibilidad y temperamento. A partir de ahora, su vida se centra y consagra en la guitarra.
Francisco Tárrega además, fue el impulsor de una nueva escuela de guitarra, pero serán sus discípulos entre los que destacan Miguel Llobet, Daniel Fortea, Emilio Pujol, Josefina Robledo y Pepita Roca, (mi profesora), quienes asumirán la labor de asentar las bases de las enseñanzas recibidas del gran maestro Tárrega.
Pero por entonces, se estaban empezando a vivir unos momentos históricos, en los que la guitarra exigía un puesto de privilegio entre los demás instrumentos, y para ello, es necesario, la adquisición de unos conocimientos técnicos y de una nueva y estricta escuela. De tal modo, que aquello que puede empezar con un «tocar» más o menos correcto, deja de ser permitido y comienza a exigirse, una pulcritud técnica, completa y creo yo, muy comprometida.
Naturalmente, después de muchos años de actividad artística y profesional, Tárrega con objeto de dar varios conciertos en Valencia y otras ciudades levantinas, se trasladó con su esposa e hijos desde Barcelona, donde residía en la calle Valencia, en 1888 a nuestra ciudad. Durante este periodo de tiempo los conciertos se realizaron entre otros lugares, en este emblemático Conservatorio, en el Teatro de la Princesa y en el Círculo de Bellas Artes. También fueron innumerables los recitales dados en su propia residencia, así como en casas particulares, entre las que podemos destacar los ofrecidos en los estudios de pintores y músicos valencianos Agrassot, Pinazo, Mongrell, Peidró, etc.
También podemos hacer mención especial a su relación con D. Eduardo López Chavarri Marco, principalmente representante del modernismo musical en Valencia, gran compositor y musicólogo, crítico musical de Las Provincias y profesor de Estética e Historia de la Música de este Conservatorio, fundador y director de la Orquesta Valenciana de Cámara, con el que compartió Tárrega, muchísimas veladas artísticas y musicales en su residencia.
Por ejemplo, en relación, a las reseñas publicadas en El Mercantil Valenciano, de este año 1888, podemos leer los magníficos elogios y comentarios ocasionados por sus conciertos, que hablan por si solos y dicen lo siguiente:
«Cuando Tárrega pulsa la guitarra, pretendemos seguir con la vista el movimiento vertiginoso y majestuoso de su mano izquierda sobre el diapasón, deseamos sorprender la manera admirable con que ejecuta las armonías y las melodías, queremos descubrir como produce los matices, la limpia ejecución, el claro y sedoso sonido, la riqueza de tonos, la infinidad de contrastes diversos y detalles, con que esmalta su primorosa ejecución. Tárrega, sin exageración es un genio de la guitarra, cuya humilde condición ha elevado a un rango superior a la guitarra».
El insigne guitarrista recibió una gran ovación y difícilmente se borrará de nuestra memoria el recuerdo de estas veladas, según el Mercantil Valenciano.
Y nuevamente el día 15 de Junio de 1904, Francisco Tárrega vuelve a hacer sonar su guitarra en el Salón de Actos de este Conservatorio. En la Voz de Valencia del día siguiente se puede leer los siguientes elogios:
«El eminente concertista de guitarra realiza un verdadero milagro cuando viene al Conservatorio, llena por completo el hermoso salón de audiciones; lo cual demuestra dos cosas: lo mucho que vale Tárrega y el gran número de aficionados que hay en Valencia al dificilísimo instrumento, que domina el incomparable y genial artista».
Y sigue diciendo:
«concluimos esta crónica con la más profunda convicción, de que anoche, el concierto de Tárrega fue de los que marcaron época en su vida artística. Enhorabuena pues, al gran Tárrega, que de algún modo vio anoche compensados el sacrificio y el trabajo que representa el esfuerzo de toda su vida».
Ciertamente, la gran calidad de Tárrega como artista e intérprete, le llevó a numerosas giras por toda la geografía española y las ciudades extranjeras como Londres, París, Roma, Milán, Bruselas, Berna, Niza, Tánger y un largo etc.
Francisco Tárrega, además de las magníficas transcripciones que realizó de las obras de los grandes maestros de la música, he de recordarles que la guitarra realmente carecía de un gran repertorio propio en aquella época, compuso obras inspiradas y originales, muy conocidas por todos, como Capricho Árabe, Sueño, Recuerdos de la Alhambra, Danza Mora y una gran variedad de estudios y pequeñas piezas de salón, características de su estilo y los profundos conocimientos de la técnica guitarrística que poseía y que supo desarrollar y proyectar hacia nuevos horizontes. Es en estas pequeñas piezas y en especial en sus preludios donde Tárrega, nos ofrece lo mejor de su sensibilidad artística. La aparente sencillez de estas pequeñas joyas musicales, resume todo su mundo, romántico, exquisito y sensible.
Y tras una completa vida dedicada a la guitarra, Francisco Tárrega, fallece en Barcelona el 15 de diciembre de 1909 a la edad de 57 años, dejando tras de sí, una gran huella, su familia, su música, sus discípulos, su escuela, sus amigos y un nuevo renacer de la guitarra clásica española.
El recuerdo por Tárrega, ha sido y es constante. En torno al centenario de su nacimiento se gesta, la Sociedad Amigos de la Guitarra de Valencia, dando comienzo a su andadura concertística el 15 de Diciembre de 1952, fecha que en todo el mundo, se recuerda el fallecimiento del gran guitarrista español, dándole el nombre de Día de Tárrega. Inició el Acto el Presidente de la Sociedad y catedrático de Guitarra de este Conservatorio, D. Rafael Balaguer, que presentó y explicó los objetivos que Amigos de la Guitarra se proponía. En la actualidad, es la sociedad guitarrística más antigua de España y Europa, que sigue desde entonces y hasta ahora con gran prestigio y actividad artística.
Tengo que recordar y agradecer en nombre de Amigos de la Guitarra de Valencia y en el mío propio, como miembro fundador y presidenta de la misma, a todos los directores del Conservatorio por haber sido grandes entusiastas y colaboradores de esta entidad.
Comenzando por D. Manuel Palau, gran compositor, musicólogo, director de orquesta y maestro de compositores, quien hace 50 años, ofreció la Primera Conferencia de la Sociedad sobre los Orígenes, Evolución e importancia de la guitarra en la Historia de la Música, aludiendo de un modo especial a lo que representa en el arte guitarrístico Tárrega, la trascendencia de su escuela y las obras que han elevado el repertorio del instrumento a las mejores calidades. La prensa local, hizo un gran relato sobre este acontecimiento musical de Valencia. Su conferencia dio paso al primer concierto realizado por Pepita Roca, discípula del homenajeado durante todo este año, dedicado a la memoria y a la figura de Francisco Tárrega.
Debo decir también, que además del maestro Palau, a continuación, todos los directores del Conservatorio han mantenido una entrañable y estrecha colaboración con la Sociedad Amigos de la Guitarra de Valencia, apoyándola en todas sus iniciativas: Francisco José León Tello, Daniel De Nueda, Amando Blanquer, Salvador Seguí, José Ferriz, Vicente Ros, etc.
Yo, en nombre de Amigos de la Guitarra de Valencia, quiero hacer especial mención a D. Ricardo Callejo, quien sigue concediéndonos la posibilidad de celebrar en este edificio todas nuestras manifestaciones y actividades musicales: conciertos, conferencias, cursos. Nuestro I Concurso de Guitarra de Valencia, por tanto, Sr. Director, muchas gracias por disponer de este Salón de Actos tan mágico para todo amante de la guitarra porque en él, además de escuchar la música de los más grandes guitarristas y compositores de todos los tiempos, sabemos que aquí mismo, el propio Tárrega interpretó su música y eso para todo guitarrista tiene un gran valor sentimental y es realmente un placer y un honor.
Y sin más dilación, señoras y señores, y tras la intervención del Ilmo. Sr. Director del Centro, D. Ricardo Callejo, escucharemos, el recital de un excelente y joven guitarrista valenciano, Rubén Parejo, quien fue alumno de este centro y actualmente profesor del mismo, que nos interpretará con su guitarra, algunas de las más bellas páginas compuestas por el insigne e inolvidable maestro, que ha sido nombrado ilustre valenciano del siglo XX, y al cual hoy queremos volver a recordar, a Francisco Tárrega.
Por mi parte, señoras y señores, buenas tardes y gracias por su atención.