En Octubre de 1948, con sus 18 años recién cumplidos, asiste de nuevo a las clases de guitarra de la Sociedad Coral El Micalet, encontrándose entonces con una gran señora como profesora: Pepita Roca, la más joven de los alumnos del maestro de Villa-Real, Francisco Tárrega y seguidora fiel de sus enseñanzas.
Tras escuchar a Rosita y percibir la gran facilidad de ejecución y su musicalidad, le realizó la siguiente pregunta: ¿tu quieres tocar mejor la guitarra?. Ante la afirmación rotunda y sin vacilación de la joven, no cabrá otra cosa que olvidar todo lo aprendido en estos años anteriores y comenzar de nuevo utilizando una técnica depurada y seguir la Escuela de Tárrega. Todo ello sería posible realizando un trabajo de estudio exhaustivo en cuanto a ejercicios técnicos y mecánicos como cejillas, ligados, escalas, arpegios, etc.
Se necesita una gran vocación y una fuerte dosis de querer mejorar para ponerse a estudiar durante un año entero solo ejercicios mecánicos y dejar de interpretar obras guitarrísticas, y Rosita obediente a todas las directrices de su profesora comienza a desarrollar con su guitarra toda su técnica.
Pepita Roca era una gran guitarrista, con un sonido potente y dulce a la vez que poseedora de una gran agilidad, esto a Rosa le parecía una buena meta a conseguir aunque ello tuviera que realizar infinitos ejercicios.
Tárrega, Pepita Roca y Rosa Gil
Pepita Roca Salvador nació en Valencia el 23 de abril de 1897. Recibió sus primeras nociones de guitarra a la edad de 8 años bajo la dirección de D. Joaquín García de la Rosa, para continuar poco tiempo después con el mismo Tárrega, del que recibió sus enseñanzas hasta el mes de noviembre del año 1909, días antes de su muerte.
Formada en la depurada técnica del maestro, fue una auténtica virtuosa de nuestro bello instrumento, y su arte quedó patente en todos sus innumerables recitales, así como en su no menos importante tarea docente de transmitir a su vez todo el saber recibido. Fue desde el año 1948 profesora de guitarra de la Sociedad Coral El Micalet hasta el comienzo del curso 1955-56, que es llamada por Manuel Palau, director del Conservatorio de Valencia, a ocupar la plaza de profesora de guitarra en el propio Conservatorio, labor que tuvo que abandonar en breve al serle diagnosticada una grave enfermedad que la llevó a la ciudad condal para una intervención quirúrgica de la que desgraciadamente ya no pudo recuperarse, quedándose a cargo de sus alumnos una de sus más entusiastas y queridas discípulas, María Rosa Gil Bosque.
Pepita Roca, procedía de una familia valenciana de condición alta, acomodada, y en su casa paterna eran frecuentes las veladas artístico-musicales (costumbre muy en boga en aquella época), y fue en una de esas reuniones celebradas en casa de sus padres, en la que estaba como invitado de honor un día, Francisco Tárrega. El maestro dio un recital a todos los asistentes a la reunión y tras él, tocó la joven Pepita, y fue tan grande el entusiasmo que despertó en Tárrega, que desde ese momento se convirtió en su discípula. Cambió su trayectoria y le ofreció toda su técnica. Algo similar le ocurrió a María Rosa, en el momento de ponerse en manos de su nueva profesora.
Se puede decir de Pepita que era una mujer muy culta y las jóvenes valencianas de cierto nivel económico que querían aprender a tocar un instrumento para enriquecer sus «dotes» y no se habían decantado por el piano, lo hacían por la guitarra, teniendo en ella a una excelente profesora.
Después de estar Pepita casada, las veladas musicales seguían produciéndose en su casa con asiduidad y en ellas una gran protagonista por excelencia era Rosa, a la que su profesora siempre la ponía como ejemplo y modelo por su capacidad de estudio ante el resto de condiscípulos.
Pepita Roca Salvador enferma…
Durante la larga y penosa enfermedad de Pepita Roca, Rosa y ella mantuvieron una fluida correspondencia. En esas cartas Rosa le ofrecía su ayuda y le daba cariñosas palabras. También al ser su maestra, le pedía consejo sobre diversos temas relacionados con la guitarra y sus deseos de salir al extranjero «pero esto fue imposible de realizar pues mis deberes como hija me impidieron lanzarme a dar este paso ya que mi madre se encuentra enfermiza». (su madre moriría en 1959).
En una de esas cartas, Pepita le dice: «Ten presente además, que yo a pesar de mi estado de salud, continúo cortándome las uñas. Creo pues no te dejarás seducir por los enemigos del más dulce de los sonidos de la guitarra». En la época de Pepita Roca, la guitarra se tocaba en pequeños salones donde no había problemas con el sonido. Más tarde la guitarra pasó a tocarse en grandes recintos con gran número de público, se hizo necesario sacar una mayor sonoridad a la guitarra y la yema dejó paso a la uña. Y Rosa Gil también realizó ese cambio de una forma natural en su manera de tocar la guitarra.
Pepita Roca Salvador (1897-1956)
Un sonido potente y dulce
Pepita Roca Salvador nació en Valencia el 23 de abril de 1897. Recibió sus primeras nociones de guitarra a la edad de 8 años con Joaquín García de la Rosa, para continuar poco tiempo después con el mismo Francisco Tárrega, del que recibió sus enseñanzas hasta noviembre de 1909, días antes de su muerte. Formada en la depurada técnica del maestro, fue una auténtica virtuosa de nuestro bello instrumento, y su arte quedó patente en sus innumerables recitales, así como en su no menos importante tarea docente de transmitir a su vez todo el saber recibido.
Procedía de una acomodada familia valenciana, y en su casa paterna eran frecuentes las veladas artístico-musicales, costumbre muy en boga en aquella época. En una de esas reuniones, tras el recital del invitado de honor, Francisco Tárrega, tocó la joven Pepita, despertando tal entusiasmo en Tárrega, que desde ese momento la tomó como alumna. Fue su discípula más joven.
Su primer concierto fue en 1915, en el Círculo de Bellas Artes de Valencia. Su presentación en Barcelona, en marzo del mismo año, fue una revelación para el ambiente guitarrístico y recibe cálidos elogios de la prensa. Inicia entonces una gira por distintas ciudades españolas, lo que constituiría una conquista de gran valor para la guitarra como instrumento. Un gran éxito acompañó todas las actuaciones en salas de conciertos, ateneos, círculos de bellas artes y conservatorios de esta gran guitarrista, con un sonido potente y dulce, a la vez que poseedora de una gran agilidad.
Después de casarse, deja las actuaciones, dedicándose exclusivamente a la docencia. En su casa de Paiporta se continuará con la costumbre de celebrar grandes veladas musicales, en las que se escuchan a los jóvenes guitarristas valencianos del momento. Desde Octubre de 1948 es profesora de guitarra en la Sociedad Coral El Micalet. Mujer muy culta, fue una excelente profesora para las jóvenes valencianas de cierto nivel económico que querían aprender a tocar un instrumento para enriquecer sus «dotes», y que en vez de decantarse por el piano, lo hacían por la guitarra.
En el año 1955, Pepita Roca es llamada por el compositor valenciano y director del Conservatorio de Valencia, Manuel Palau a ocupar la plaza de profesora de guitarra que Rafael Balaguer dejaba en dicho centro. Pero en agosto de 1956 se le diagnostica una grave enfermedad y se traslada a Barcelona para una intervención quirúrgica, quedándose a cargo de sus alumnos una de sus más entusiastas y queridas discípulas, María Rosa Gil Bosque. El 24 de octubre Pepita falleció, a los 59 años.
Entre sus últimos recitales podemos citar el celebrado en homenaje a Francisco Tárrega en el Primer Centenario de su nacimiento, el 20 de noviembre de 1952, en Villarreal de los Infantes (Castellón), su ciudad natal. Se realizó una serie de actos entre los que destacó la audición que reunió por última vez a sus cuatro últimos discípulos: Josefina Robledo, Pepita Roca, Daniel Fortea y Emilio Pujol, que interpretaron célebres obras de su Maestro, Tárrega.
El 15 de diciembre de ese mismo año, día en que se cumple el 43º aniversario del fallecimiento de Tárrega, en el Salón de Actos de la Escuela de Artesanos tuvo lugar la primera manifestación artística de Amigos de la Guitarra de Valencia. Para dar la brillantez y calidad que merecía el acontecimiento se estimó que la persona más representativa para dar este homenaje y al mismo tiempo inaugurar el ciclo de conciertos de la Sociedad, era Pepita Roca. Interpretó obras originales para guitarra de Sor y Llobet, así como transcripciones hechas por Tárrega, dedicando la segunda parte exclusivamente al maestro (Alborada, La Mariposa, Danza Mora, Capricho Árabe, y Sueño). Pepita Roca dio muestras una vez más de su valioso mecanismo, de su gran conocimiento del instrumento y de su aguda sensibilidad artística.
Fuente: Royal Classics